Vida desde la Carretera

Monday, February 06, 2006

Ángeles y Demonios


Esta cronica se va de personajes...aunque nunca me ha gustado calificar a las personas de tal manera. La noción de personaje lleva consigo una connotación de singularidad, en Chile, ligada mucho a esa característica tan chilena que es tratar de pasar lo mas desapercibido posible, que nace de un miedo patológico a hacer el ridículo.

Un personaje es una entidad teatral o cinematográfica que representa uno o más arquetipo de personalidad en función de un conflicto dado y de las características que el diorector de la obras pretende enfatizar. Una persona, en tanto, es una suma de arquetipos que van cambiando en función de las experiencias y contextos de vida particulares.

Si elegí referirme a ellos fue porque en algún momernto de mi travesía ellos se convirtiereon en algo más importante que el recorrido en sí, el cual se convirtió por un momento en la excusa para abandonar mi ego y empaparme de las distintas realidades que se entrecruzaban en mi camino, adquiriendo valiosas experiencias las cuales me gustaría compartir con ustedes.

Desde la Cuneta

Un joven chofer de una conocida empresa de fósforos nacional que me trasladó desde Curicó a Talca me explicó que desde Chillán hacia el sur un mochilero podía avanzar sin problemas. Al narrarle mi experiencia, sentenció "ustedes los que estudiaron se conforman con las cosas más simples, en cambio uno..."

Pertenecía a ese numeroso grupo de personas que por uno u otro motivo no logró ingresar a la educación superior, instancia a la cual conciben como una especie de panacea que les asegura el éxito económico y la realización personal. Para ellos, realidades como la sobreoferta de instituciones privadas, la saturación de algunas carreras, los abismos en cuanto a la calidad entre una o otra universidad, la falta de profesionales técnicos en Chile ,y el preocupante fenómeno de que mientras que en países como Argentina o Francia el estado garantiza una educación estatal de calidad a bajos, e incluso ningún costo; en Chile los aranceles aumentan considerablemente cada año y la única ayuda estatal consiste en un crédito universitario, constante foco de problemas entre el estado, las instituciones del consejo de rectores y los estudiantes afectados por la ineficiente burocracia administrativa son galimatìas incomprensibles cuya existencia permanece oculta por ese sueño burgués de la competencia y la superación. Su consecución, creen, está asegurada en gran medida por la obtención de una licenciatura, y al no haberla consaeguido, se resignan a desgastarse en interminables jornadas ñlaborales para obtener las comodidades que les permitirán alcanzar un estilo de vida más saludable. Todo un contrasentido, una verdadera falacia ad hominem, u otra similar.

Y es que al ser educados en un ambiente rural, aún subaiste en ellos algo de la camaraderia y solidaridad tan propias del chileno huaso, aunque entiendeen que el sistema no funciona de esa manera. Sus vidas oscilan entre esa permanente dicotomía entre la desconfianza, que les pernmite sentirse segfuros dentro de un mundo hostil y lleno de aprovechadores y delincuentes, y la generosidad desinteresada que nace de aquella sabia sentencia bíblica que indica "ama a tu prójimo como a tí mismo".

En el rodoviario de Talca un cincuentón moreno e imponente cuya charla es frecuentemente interrumpida por su tos de perro hace patente su descontento hacia el cambio negativo que ha sufrido el chileno durante las últoimas décadas. Fruto de las constantes crónicas policialesy de la campaña del yterror que han impuesto los medios de comunicación frente al hecho incuestionable del aumento de la delincuencia- una consecuencoia lógica de una sociedad individualista en donde nadie se preocupa REALMENTE por entregar herramientas a los sectores más desposeídols, a los que no les queda otra que intentar obtener losa benfeiocios del sistema de la forma más fñacil y cñomoda posiblem, aunque ñésta rompa con la armonía yu la sana convivencia entree las personas, un par de malas expreiencias como aquella vez en la cual "invité a un hombre a mi casa portque no tenía adonde ir y me terminó robandpo una radio", él ha optado por la desconfianza, aunque el hecjho de acercarse a conversar conmigo indica hasta qué punto aquello le causa conflicto. Recuerda con nostalgia tiempos más inocentes en los que, nos cuenta, "una vez me perdí en Santiago y golpeé en una casa para pedrir alguna ayuda, la patrona me ofreció alojamiento, cosas como èsas ya no ocurren en estos dìas."

Una anciana recoge colillas de cigarro por todo el suelo del terminal y luego se acomoda en un rincón sobre unos cartones, cubierta de viejas y raídas frazadas. Un borrachito me ofrece cigarrillos, se sienta a mi lado y comienza a contarme una fragmentada y muchas veces contradictoria historia:

"Estaba sacando frambuesas en el fundo de los pinochet...no se si tendràn que ver algo con el viejo ese, quizàs son alcances de nombres. Mira tù mismo, saquì en estos papeles sale. Andaba con mi sobrino y se me perdió, y recién dejé mi bolso aquí y desapñareció. Ahí tenia su número de teléfono. Ahora no tengo donde ir. Nunca me había pasado ´ñesto. Yo soy de Coelemu. ¿conoce usted Coelemu? uoallá tengo una viña, perto a mi no me gusta en vino que yo hago...es mejor el de las botollerías. Pero yo casi nunca tomo ¿sabe? porque yo sdoy chofer. ¿No tendrìa un chaleco que me prestyara? mire que toda la ropa estaba en el bolso y sòlo ando cxon esta polera. Yo se la devuelvo sin falta mañana. Si quiere, duérmase, yo me preocupo de que no se acerque nadie a molestarlo. ¿le conté que soy chofer? una vez me acidentè y ahì fue donde perdì los dientes. Tengo una hija en la universidad...pero mi señora ya no me quiere ver, porque me porté mal. Uno nunca valora lo que tiene...pero yo todavía la quiero. ¿No tiene algo de plata que me preste? pòdrìamos ir a mi casa en Coelemu y ahì yo le devuelvo todo. Asì aprovecha de conocer. No me dejìs solo...mira wque yo no conozco aquì. Gracias, flaco...no sè cómo pagarte. De verdad, nunca mPreedestinaciones y e había pasado...te has portado super bien. Suerte."

Conjunciones y Predestinaciones

Chillàn viejo. Un tipo macizo e imponente, de pelo largo y barba. La típica imagen de los camioneros de las películas yankees, pero éste andaba en camioneta. Efectivamente, tenía más de rockero que de empresario, y sabía lo que era mochilear y cantar en las micros. "Uno nunca tiene qiue abarcar más de lo que es huimanamente posible. Lo más importante es aprovechar cada momento, vivir la vida a concho, y ayudarnos entree nosotros, que para eso estamos". Y du discurso nó sólo era tal: se desvió de su camino, pagó dos peajes para dejarmne en un servicentro. "no te preocupes, flaco...si no hubiese tenido que hacer te hubiese ido a dejar allà mismo."

Los servicentros son los lugares más seguros para los mochileros: hay teléfonos, para contactarse con los seres queridos que espetran preocupados y ansiosos cada nuevo "reporte", negocios y restaurantes para saciar nuestro hambgre, mangueras disponibles para saciar la sed, la oportunidad de entrecruzar palabras con los furgones, camiones y camionetas que concurren a abastecerse o a descansar y así conseguir el deseado aventón y, en caso de no lograrlo, un lugar medianamente confortable para pasar la noche sin correr riesgos. Podría agregar una característica más cuando se trata del sur: la hospitalidad hacia el mochilero. Tras dos horas sin ´ñexito un bencinero delgado y cuarentón me hace señas y me pregunta "flaco, ¿quieres comerte un plato de comida?." Al ingresar a un garito contemlo con gran sorpresa y emoción una mesa sencilla dispuesta para mí, una actitud que me desarmó profundamente. El propio personaje el cual ni siquiera quisdo ser fotografiado consiguió en trabnsporte adecuado. Partí emocionado.

Después, ya en mi destino, mer fue revelado por una joven hechicera de Puerto Saavedra que mi senda estaba protegida por las hadas. "puedes invocarlas en lugares cercanos al agua, o al mirar un espejo en silencio y absolutamente concentrado. Les gustan los peines de cristas y, sobre todo, las ramas de trigo. se vuelven locas". También me anunció un inquietante vaticinio: moriría a edad tempranba. "pero no tengas miedoo, estás preparado". Cuando así dijo, pude ver en sus ojos un resplandor siniestro, algo que me incomodaba profundamente. Así que ya están avisados: quizás no vuelva. Pero me protegen las hadas, y mi cuarzo, y mi ankh...las maldiciones son para quienes las incorporan a su subconsciente y las transforman en profecías autocumplidas. Hay mucho de voluntad puesta en ellas, eso es lo peligroso.

Tuesday, January 31, 2006

Leccion de Historia


Tren al sur ¿o debo decir al centro-sur? Un interludio romántico lleno de sembrados de duraznos y melones, paisajes verdes, casas patronales y hombres luciendo orgullosos sus sombreros de paja. La esencia del chile huaso desplegándose ante la ventana del tranvía. Por un instante disfrutaba de la comodidad reservada a aquellos mortales que se pueden permitir pagar un pasaje, pero todo lo que obtenía eran imágenes...como ver la televisión.

PUNTO CERO

San Fernando: una ciudad muy similar a muchas otras ciudades de Chile. Como descubriria más adelante, Fuguet no estraba tan equivocado cuando decía que en nuestro país habían rasgos que tendían a repetirse a lo largo de la "larga y estrecha faja de tierra". (Al menos, respecto a la sexta y a la séptima regiones)

La estructura era la siguiente: Una calle larga en torno a la cual se organiza el comercio, compuesto principalmente de tiendas de ropa americana, centros de llamados, emporios donde venden especias (habìan muchos, todos llenos de saquitos de pimienta y comino y ají y tantas otras esencias) , pequeñas mueblerías y aun pocos y pequeños sypermercados y centros comerciales, un aroma a pueblo tratando de adaptarse a la vertiginosa modernidad pero sin sentirse presionado, algo que de por sí llama la atención.

La gente resulta ser un amor: ante una pregunta tan inocente como "dònde queda la carretera" nó solo responden de buen gusto, sino que agregan muchos detalles con una jovialidad que desarma ( y encanta) al visitante del centro norte. La señora del quiosco, el chofer de la micro, los guardias o las promotoras de los supermercados, gente sencilla, normal, y muy amena.

Sin embargo, el panorama cambia al salir a la carretera. Entonces se manifiestan los doscientos años de latifundismo en toda su dimensiòn: mientras el "pueblo" acoge al vistante y hacen gala de su amabilidad, los "patrones" (que poseen autos y camionetas, doblan por sendereos por los que no esta permitido doblar y mientras manejan hablan por celular) ni siquiera miran al pasar o lo hacen con desdèn, como un señor feudal a sus vasallos. Los paraderos exentos de frases obscenas, recuerdos, poemas y dibujos eran categóricos: no se permitìan mochileros en la zona, y el que osara levantar su pulgar se verìa condenado a una insolación caballuna. Como su humilde servidor.

Saturday, January 28, 2006

Curiosidad

La carretera es un ecosistema bastante particular. En ella coexisten camioneros, místicos, delincuentes, jóvenes ansiosos de nuevas experiencias y revolucionarios antisistémicos, entre muchos otros variopintos personajes. Inmiscuirse dentro de aquella realidad es más fácil (y más difiícil) de lo que se piensa; sólo requiere de dos elementos: receptividad y fuerza de voluntad.

La curiosidad es uno de los instintos básicos del hombre, la verdadera fuente de sus triunfos y derrotas. Aunque actualmente esta característica sea desdeñada frente al sinnúmero e comodidades que ofrece la tecnología y el neoliberalismo global. Para desplazarse es mucho más comodo (y más seguro) desplazarse en bus, o auto, e incluso avión.

Hacer dedo es visto como un arrebato juvenil, un desafío al peligro, casi una locura. Muchas veces lo es, por supuesto. No puede negarse que existen riesgos...puede que yo mismo termine mi existencia pasado mañana...en la carretera...víctima de una desafortunada circunstancia...en modo alguno una casualidad; o pierda algo...seguramente. Pero existen también otras posibilidades: aprender lecciones de humildad, de tolerancia, conocer realidades nuevas y lugares que no aparecen en las guías turísticas. La decisión es libre. Mi intención aquí es realizar un humilde aporte relatando las circunstancias a las que me enfrento de la forma más desapasionada posible. Por tanto, desde el próximo párrafo en adelante, abandono la primera persona.

Viajeros Borrachos, Adolescentes Rebeldes, Yetas y Camioneros Libidinosos

"Socio, ¿por qué no se toma un vinito conmigo?" La Herradura, Coquimbo, 14:00 pm. Un tipo de unos 45 años, de ojos claros y cansados, ropa que no sabía de detergente desde hace semanas, un pequeño bolso y un humilde bastón de fierro, rompe el hielo. Lleva 15 de años de viaje a cuestas. ( o al menos, eso afirma) "Me conozco toda esta hueá" dice, refiriéndose a la carretera. No posee un trabajo estable, ni menos dinero, pero trasunta felicidad. Afirma tener amigos en todos los rincones de Chile, y muchos lugares adonde llegar. Cuando se le consulta por familia, sin embargo, deja entrever su tristeza. "mejor no hablo de eso, ninguna mina va a ser capaz de esperarme, y yo no soy para quedarme en un sólo lugar. Dejé una señora e hijos atrás, pero no importa, yo soy libre." Tras una breve charla, sigue su camino...en soledad.

Errantes contemporáneos, ermitaños posmodernos que no saben de internet ni de stress. En el polo opuesto se ubican aquellas personas que llegan a la carretera producto de arrebatos o decisiones precipitadas, sin saber qué les espera. Gente acomodada que se enfrenta intranquila y recelosa a la eventualidad de tener que pasar la noche en el container de un camión en el medio de la nada, ante la vida sacrificada de los camioneros que enmascaran su eterna soledad levantando a viajeros a los cuales proceden a relatarles toda su vida en unas cuantas horas, enfatizando sus triunfos, en ocasiones, confesando sus derrotas y debilidades, haciendo gala de su buena voluntad y enfrentando su propia experiencia a la del viajero, el cual muchas veces ve enfrentadas sus propias convicciones a las de la persona que mablemente le tendió la mano. Muchas veces, la prudencia llama al silencio y al encogimiento de hombros, a la humildad y a la templanza. Es una prueba más.

Ante los oídos inquietos de los copilotos se suceden historias de crímenes y piratería, de corrupción y de realidad, de grandeza y miseria. Una vida a veces chocante y extraña...pero vida, al fin y al cabo. Podría pensarse que las carreteras están tan muertas como los paisajes vacíos entre Tongoy y los Vilos...es tan fácil generalizar y aprender de las experiencias ajenas...

Samuel Hugimunnin